Hoy hablamos de la vergüenza!
¿Te ha pasado alguna vez que vas por la calle y una farola se cruza en tu camino? ¿Te has tropezado en el momento más inoportuno?
Te ruborizas , bajas la mirada y te empequeñeces. ¡QUÉ VERGÜENZAAA!
Después de esta situación intentas hacer como si estuviera todo programado, como si hablaras por el móvil. Intentas normalizar algo que “no es normal” y que puede ser motivo de risa por parte de otros.
Por supuesto después nos vamos echándole la culpa a la farola a paso rápido por si acaso. Luego lo contamos en nuestro grupo de whatsapp de confianza.
Nos sentimos un poco más aceptados, más normales y menos juzgados porque nos ha pasado a (casi) todos.
A algunos nos acompaña esta emoción más de lo que nos gustaría aceptar. ¡Parece que sentirla está prohibido ? porque nos atrapa entre el deseo de relacionarnos y el miedo a la relación!
La vergüenza aparece cuando nos sentimos expuestos ante alguien que nos juzga o sucede algo que “no debería” haber sucedido. Nos sentimos inferiores, menos valiosos.
¿Qué podemos hacer si la vergüenza es muy pesada?
– No te avergüences por sentir vergüenza, no eres menos por sentirla ni un bicho raro.
– Piensa que la vergüenza cumple una función: proteger nuestra posición social y encajar.
– Que no condicione tu manera de actuar. ¡Si algo te da vergüenza ve a por ello!
– Toma perspectiva: ¡seguro que no es tan terrible, la gente no es tan juiciosa! Una cosa es que hagas algo que parezca ridículo y otra que tu seas una persona ridícula.
Psicología 16 de enero de 2021inicio