¡Hoy hablamos de la envidia!
Nos cuesta reconocerla, es corrosiva y nos quema por dentro.
La envidia tiene mala prensa y por eso la tienen otros. ¿Envidia yo?
Trae consigo un cocktail de sensaciones: el deseo de tener lo que otro tiene, el dolor de no tenerlo, la admiración de que lo haya conseguido, la idea de injusticia porque así sea y la incertidumbre de no saber si lo tendremos. Todo junto con comparaciones odiosas entre la otra persona y nosotros.
Ah! Y la culpa. La culpa o el autoreproche que aparece si esa persona es alguien querido.
¡Así, sin anestesia!
Cuando lo que el otro tiene no supone una amenaza para nuestra autoestima, admiramos.
Si supone una amenaza, envidiamos.
La envidia es un espejo que nos coloca frente a nuestras limitaciones, a lo que no hemos podido conseguir. Tanto es así que acabamos por desear que el otro no tenga lo que tiene o que no sea verdad que lo tiene.
Otra mala noticia es que la ira que generamos hace que nuestra imagen de nosotros mismos dependa de lo que el otro tiene.
Para quitarle hierro al asunto nos refugiamos en algunas estrategias.
“No se lo merece” “lo que tiene no es para tanto” ”si yo tuviera su situación también lo alcanzaría” “estaré bien cuando tenga X”
Cuando el otro pierde lo que anhelamos, aparece una suerte de alegría secreta, nos mostramos pseudopreocupados y nos vemos empujados a mostrar una identidad clandestina para que nadie note que tenemos envidia.
Algunas sugerencias para el manejo de la envidia, son:
?Intenta no hablar mal de esa persona, sobre todo si es cercana. ¡Reduce la culpa!
?Valora las cualidades de la persona envidiada
?Ojo con idealizar lo que tiene el otro: ¿es tan necesario para nuestra felicidad?
?Intenta centrarte en las cosas valiosas que tienes
?Centra la atención en los aspectos positivos de la realidad.
ÁNIMO CON LA GESTIÓN DE LA ENVIDIA
Psicología 31 de enero de 2021inicio